Génesis

Todo
le parecía marchar bien, pero ajeno a su culpa le fue acusado de ir en contra
de la moral y de la ética. En Cremona le acusaron de la plaga que azotó a la
ciudad, pues solo podría ser un castigo divino. La causa: el concentrar tantas
horas en él. Religiones y doctrinas se unieron con el firme objetivo de hacerle desaparecer. Jomeini, su enemigo más acérrimo, le sentenció:
“
Es diabólico porque perturba la
mente de quienes lo practican".
Pero nadie pudo con su
ciencia, arte, filosofía y estética, su enorme riqueza que no podía ser
arrebatada, no estaban sus tesoros en enormes cofres sino en el gran espíritu
de Ludus. Así continuó demostrando su inocencia. El mundo volvía a ser plano.
Se batió con grandes como Napoleón, Carlo Magno e ilustres como Benjamin Franklin
o Allan Poe. Parecía feliz en todas partes, pero nunca, nunca fue y es tan
feliz, como cuando juega en infantiles manos, para seguir despertando luchas
inimaginables, desdichas anticipadas, victorias irrefutables, derrotas
inolvidables y terminar con sus tallados trebejos en aromáticas cajas de
madera, tal cual, lo sentenciaban sus ancestros: “Al final, tanto el rey como el peón, terminarán siempre en el mismo
cajón”.
Cesar
A Monroy H.