sábado, 2 de enero de 2016


Reyes sin corona
II Parte artículo para @sextoanillo

Retomamos entonces sobre la rapidísima historia de cómo el ajedrez se conformó como un deporte y sus principales competencias. Afirmábamos que la cuna del ajedrez moderno fue en Valencia, España, cuando se reglamentó la forma en la que hoy día se juega, incorporando sobre todo el dinamismo de una pieza fundamental, la cual es la Dama ya que no existía como tal. Remplazaría el Alferza (antigua pieza que movía como un alfil a tres casillas), para darle al ajedrez mucho más movimiento y eficacia al juego.

Así comenzaron bajo las normas establecidas, a gestarse los grandes jugadores que se encargarían de fijar sus principios estratégicos y tácticos que aún y hoy en día son muy válidos. Para nombrar los más destacados como Ruy López de Segura de España, en 1540 D. C. Quien con su tratado: Libro de la invención liberal y arte del juego del ajedrez, trazó la historia de los estudios de ajedrez moderno. No deja de ser curioso que el clérigo que se oponía a la práctica del ajedrez, tuviera en él, su máximo representante y quien ha sido considerado por algunos como el primer campeón del mundo de ajedrez.

Llegarían sus retadores para concentrarse en lo que fue considerado el primer torneo mundial patrocinado por Felipe II, con los grandes de la época: Leonardo da Cutri y Paolo Boi por Italia, junto con los españoles Ruy López y Alfonso Cerón. A la postre se coronaría campeón el bajito Leonardo da Cutri, recibiendo como premio mil ducados y la libertad de su hermano que se había apostado, ya que se encontraba capturado por los sarracenos.
Se convirtieron estos encuentros muy populares por toda Europa, donde resonaban los nombres como el francés André Philidor, que vencía a todos en el siglo VIII. No se le otorgó el título de campeón mundial, aunque bien merecido lo tenía, ya que en ese entonces no existía como tal dicho honor.

Luego fueron apareciendo grandes maestros como Louis Bourdonnais, Alexander McDonell y el inglés Howard Staunton, considerado el mejor de la época, tanto así que las piezas profesionales reciben el nombre del ajedrez Staunton en su nombre. Londres sería la capital del ajedrez competitivo, donde no solo se querían atribuir el origen de algunos de los deportes o competencias más reconocidas como el fútbol, sino que el ajedrez también estaba dentro de sus cuentas. Todo estaba dado para el tributo inglés, pero no contaban con que se atravesaría en su pronóstico el alemán y matemático Adolf Anderssen quien saldría campeón para aguarles la fiesta. Todo esto sucedía en el gran encuentro dentro de la Exposición mundial de 1851.

Muchos son los que de alguna manera han escuchado sobre Bobby Fischer, como el gran campeón estadounidense, y quien merece capítulo aparte. Pero no fue Bobby el primero que emergiera de tierras norteamericanas. Un joven llamado Paul Morphy, que para algunos seguidores, el sólo escuchar el nombre les haría inclinar la cabeza para hacer reverencia. Partiendo de Nueva Orleans, llegó a París para enfrentar a los mejores del mundo, en un centro cultural de reunión de intelectuales, llamado El Café de la Régence. Allí batió a todos los mejores incluido al alemán Aderssen. Solo quedo en el aire el match con Staunton pues el inglés aparentemente y sobre varias disculpas, se reusó a jugar con Morphy.

Viajamos así durante 300 años entonces, para llegar a la primera disputa oficial y reconocida por el título mundial de ajedrez entre el austriaco Willhelm Steinitz y el polaco Johannes Zukertfort en la ciudad de New York el 11 de enero de 1886. Recordemos que antes de narrar la historia del ajedrez, el deseo es incorporar al lector de cómo el juego-ciencia se convirtió en una práctica deportiva a nivel mundial.

En nuestra próxima entrega: El título mundial oficial y los aportes de los maestros a los fundamentos del juego

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